Te lo cuento a ti, porque eres el único que me conoce lo suficiente para saber la verdad.
- annaenplanetatierra
- 18 ene 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 8 feb 2023
Decidí quedarme como bien lo sabes, por mí, principalmente, pero, mentiría si digo que no tuviste un papel importante para que yo tomase esa decisión.
Estábamos bien, sin títulos, pero yo… yo estaba enamorada, simplemente era algo que no podía evitar.
Y yo no quería cambiarte, así con tu mentalidad radical que piensa que el amor no existe, que son solo químicos que hacen que tu cerebro enloquezca, creo que, en parte, eso me atraía porque quería ser yo la que te hiciese cambiar de parecer.
Pero ya llevábamos años así, hablando de todo, menos de lo que sentía por ti, porque me deba miedo que lo nuestro se acabara, que al hablar de querer algo más, todo se complicara, supongo que yo podía amar por los dos… O eso me decía para que mis pensamientos no se oscurecieran y me volviera loca.
El sexo era bueno, que digo, era excelente, le ponías atención a detalles y me hacías sentir bien conmigo misma, algo que siempre ha sido difícil para mí.
Y hablábamos, horas, sobre cosas sin sentido y cosas que tenían mucho sentido y creo que podríamos encontrar la solución de problemas complejos solo hablando, pero lo cierto es que siempre terminábamos besándonos.
Cada quién vivía en su sitio, pero pasábamos la mayoría de tiempo libre juntos, que para ser sinceros no era demasiado, tú con tu trabajo, que, aunque dices que no te es demasiado complicado, te come demasiado tiempo y yo con el mío donde trato de demostrar que mi educación latina es igual de valiosa que la europea, y me esfuerzo 10 veces más que los locales, (que en general no es muy complicado porque acá la vida va a otra velocidad).
De igual manera, existía este pensamiento que me carcomía el cerebro y si no te lo decía podría ser que algún día nos explotase en la cara, tenía que decírtelo.
Llegué tarde a tu apartamento, me había quedado haciendo horas extra, porque quería terminar proyectos que no me habían asignado, y quería pensar con cabeza fría lo que te quería decir, que al mirarte no cambiase de opinión.
Cenamos algo que preparaste, pero estaba tan nerviosa que casi no pude comer, ignoraste ese hecho, puede porque me conoces lo suficiente como para no presionarme, porque sé que te diste cuenta de que algo no iba bien.
Te besé, y por un momento, la chica enamorada que vive en mi cabeza me sacudió y me dijo que me quedara callada, que no agitara el avispero.
Fuimos uno, como lo habíamos sido antes, cada caricia, cada beso, cada vez que te sentía, todo era perfecto y me arrepiento de haber pensado en decirte lo que tenía que decirte.
Pero en la cabeza también vive un ser racional, que esta tan enamorada de ti como el romántico y por eso, le gana la batalla y dije lo que tenía que decirte.
“Esto no puede volver a ocurrir” te dije con el corazón desbocado porque temía que me dieras la razón.
“Llevamos años haciéndolo… ¿Por qué lo dices?” me miras como si estuviese loca y sentí que fue una bobada decirlo en primer lugar, pero ya que lo había dicho, iba a soltar lo que me había estado guardando.
“Si seguimos así, esto no nos va a llevar a ningún lugar, nos quedaremos estancados” tomé tu mano y la apretaste cuando sentiste que temblaba.
“Estamos bien, ¿No te parece? ¿Qué cambiarías?” te miré y quise morderme la lengua y quedarme callada, porque, aunque sabía perfectamente que le cambiaría, no cambiaría lo que tenemos por tenerlo.
“Es un poco triste, si de verdad cuando lo hacemos no sentimos nada” te dije y sonreíste.
“¿No sientes nada? Eso si es triste, debo haber estado haciéndolo mal todo el tiempo”
“Eres un bobo, obviamente no lo decía en ese sentido, si no me hicieras sentir nada, no llevaríamos años haciéndolo., pero te lo estoy diciendo…” me interrumpiste y dijiste algo que salió de un sitio que no pensaba volver a escuchar.
“Yo no quiero parar de hacerlo” en tus palabras había determinación, había inseguridad, había algo que no estaba segura de que era, pero hacía que mi corazón latiera un poco más rápido.
“Ni yo” admití.
“Tú empezaste esta conversación ¿No es cierto? ¿Qué le cambiarías a lo que tenemos?”
Pensé, y traté de recordar el monólogo que había practicado todo el camino desde mi oficina hasta allí, pero las palabras se movían, saltaban y bailaban y cada célula de mi cuerpo me pedía que dejara todo, que te besara y olvidara todo.
“Pues... Que yo era la persona más romántica, creía en el amor verdadero y esas cosas y no sé si me gusta cuánto me he alejado de la chica que era”
“¿Eso quiere decir que en todo este tiempo no has llegado a quererme?” Dijiste y supe que es el momento decir lo que quería decir en primer lugar.
“Siempre te he querido... Pero... No sé si te amo” y las palabras me supieron a mentira, como siempre que me preguntaste si te quería, me hacía la dura y decía que no, cuando siempre te quise decir que sí.
“Claro que me amas” dijiste con la misma determinación de antes, pero esta vez seguro de que lo decías era 100% verdad y que hace mucho tiempo que lo sabías.
“¿Cómo es que estás tan seguro?”
“Solo quieres que yo lo diga antes, lo que quiere decir que no te has alejado mucho de la chica que eras” dijiste y sabía que era verdad, que te amaba, pero que tu también lo hacías, porque me conoces lo suficiente para saber la verdad.
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