Te lo cuento a ti, porque eres la única persona que sabe que mentí.
- Sofía
- 20 abr 2019
- 6 Min. de lectura
Creo que ya es tiempo de dejar de mentir, la verdad ahora que lo pienso no tiene sentido haberlo hecho en un principio, tal vez sentía que no merecía lo que ocurrió a la mañana siguiente.
Cuando desperté después de esa increíble, podríamos decir, ¿Madrugada?, sentí muchas cosas, culpa, alivio, pero sobre todo una gran felicidad, una que de verdad pensaba que no iba a poder volver a sentir, por lo menos no en mucho tiempo.
Ni siquiera recuerdo que fue lo que soñé, tal vez porque no soñé, o tal vez no quería recordar.
Abrí realmente los ojos y no te vi a mi lado y recuerdo que sentí un vacío enorme en el pecho, pensé todos los posibles escenarios de lo que te podría haber ocurrido, que te levantaste y no sabías donde estabas, o que simplemente yo no era la persona a la que querías a tu lado, todos los posibles escenarios negativos que se me pudieron ocurrir, todos menos que treinta segundos después saldrías del baño.
Te miré y no sabía que decir, ¿sentía vergüenza?, probablemente, pero no de la mala, como, de que me moría de ganas de volverte a besar, pero no sabía si sentías lo mismo, tal vez vergüenza de la pinta que tenía yo en ese momento, o tal vez vergüenza por tu vestimenta al salir de baño… Eso sí, un poco de rabia por no haberte podido ver con la cara de recién levantado, ya que las veces que dormiste en casa de mis primas cuando tenía 17, siempre despertaba después de ti, supongo que hay costumbres que nunca se pierden.
Lo primero que te dije fue que pensaba que te habías ido, y respondiste algo así como, “¿Por qué lo haría? Nunca rechazaría desayuno gratis”, sonreíste y esperaste que dijese algo, algo que mostrara indignación por esa respuesta, pero creo que no llegué a decir nada, porque por dentro temía que esa fuera la única razón por la que seguías allí, sin embargo, supongo que me conoces muy bien, por lo que respondiste a mi pregunta no formulada, “Estoy aquí porque es lo que quiero”, y me besaste la frente.
Esa frase, me hizo infinitamente feliz, la verdad no sabes cuánto, creo que me dejaste atontada, y no pude responder nada lo suficientemente coherente.
Entré en el baño con la esperanza de poder arreglar un poco el desastre que era mi presencia física y con un poco de suerte, eliminar cualquier rastro que quedara del llamemos benefactor de las vacaciones improvisadas.
Pero, el agua tiene un efecto, el cual la mayoría de veces es positivo, sin embargo, en esa ocasión lo único que hizo fue alborotar todas las inseguridades, toda la culpabilidad por lo ocurrido. En el pasado, había fantaseado muchas veces con el momento en el que ocurría, pero el volver la fantasía real, tenia un precio el cual, no estaba segura de quererlo pagar.
Desde el principio, creo que me obligué a sentir algo por ti, pero, finalmente, no había llegado a ser una obligación, eres una persona increíblemente fácil de querer, pero eso no hacía más liviano el peso que sentí bajo el agua, por lo que, si el agua no iba a despejar mi mente, lo mejor sería salir de allí antes de que las inseguridades ganaran la batalla que se estaba librando en mi interior.
Me envolví en una toalla y supongo que en lo que fue un ataque de valentía, porque en cualquier otra situación no lo habría hecho, salí del baño, únicamente en toalla.
Vi tu cara pensativa, y supuse que en tu mente se libraba otra batalla, y verte así, ayudo a finalizar la mía.
Me miraste y puede que me lo haya imaginado, pero vi un rastro de la mirada que tenías la noche anterior en la pista, esa mirada que había hecho que mi actitud cambiara, pero sobre todo esa mirada que hacía que quisiera hacer lo que finalmente terminé haciendo.
Apenas notaste que te devolvía la mirada, te paraste y quedaste a una distancia bastante peligrosa, según el punto de vista desde el que se vea, pero hice lo que quería hacer y te besé sin importarme nada más del resto del mundo, ni siquiera de lo que estuviese ocurriendo con el único pedazo de tela que me separaba de ti, ni siquiera de si tu batalla interna se seguía librando, de nada.
Pero no creas que lo hice de forma egoísta, esperaba que tus dudas, si era que las tenías desaparecieran de la misma forma en que lo habían hecho las mías.
Sentí tus manos en mi espalda y quería yo tocar la tuya, por lo que hice lo que debía para hacerlo, pero en ese momento estábamos mucho más conscientes que la noche anterior y si decidíamos dar ese paso, perdíamos la excusa, si la excusa de que lo ocurrido se debía al alcohol.
Si noté, que de pronto tenías lo ojos abiertos, pero pudo deberse a que yo había parado mi impulso de despojarte de la ropa que tenías puesta, te había dejado espacio para pensar... Paramos de besarnos y era una situación extraña, pero aun no te alejabas de mí, por lo era una buena señal.
Y en ese momento me di cuenta que tenía únicamente dos opciones, si te besaba de nuevo, podíamos hacer lo que queríamos, o dar un paso atrás y entregarle la victoria a las inseguridades y transformar nuestra perfecta amistad en un millón de momentos incómodos y por alguna extraña razón me estabas dejando a mi tomar la decisión.
Entre las dos opciones, hay una claramente desagradable y una que era demasiado buena para desaprovecharla.
Por lo que tímidamente tomé tu camisa y mientras te volvía a besar, te dejaba en las mismas condiciones en las que yo me encontraba.
Sentía tus manos en mi espalda, en mis brazos, en mis pechos, en todos lados y creo recordar que yo hacía lo mismo y cuando no estábamos besándonos, veía tus pupilas dilatadas y esa mirada que por la que haría cualquier cosa, te deseaba, demasiado, aunque sentía que no era un sentimiento nuevo, sentía un placentero deja-vu y sabía que antes también te había deseado… Tal vez a la distancia.
Y puede que para ti no fuese un sentimiento conocido, pero físicamente no podías evitar demostrar que en ese momento tú también me deseabas y eso me volvía loca.
Quería prolongar ese sentimiento el mayor tiempo posible, por lo que te besaba, y me aventuré a besar partes que nunca antes te había besado, te tocaba, lo tocaba… Pero también moría de ganas porque tomaras las riendas, que me dejaras la mente en blanco, que con tus manos eliminaras mi capacidad de pensar y solo pude pronunciar “Por favor” y, no sé, pero realmente fueron palabras mágicas y simplemente te moviste más rápido que mis neuronas, reaccionabas antes que pudiese formular cualquier pensamiento, antes que pudiese empujarte hacia la cama, ya estábamos en ella, y tu encima de mí, besándome, excitándome, guiándome, como si fuese una principiante.
Antes de que te lo pidiese, ya estabas dentro y no es que fueses afanado, solo que mi cerebro estaba cinco segundos atrás de la realidad y eso lo hacía emocionante.
Hacías movimientos seguros, no muy arriesgados, pero era lo que necesitaba y supongo que era lo que tu necesitabas también, seguros pero no tímidos.
Si pensaba algo, para mi no tenía sentido, casi como las palabras que pronunciaba, gemidos sin sentido, porque habías bloqueado la conexión cerebro-habla, pero sin embargo tu me entendías y acelerabas en el momento preciso.
No me acuerdo en que momento terminamos, pero recuerdo perfectamente ese beso, el que daba por terminado el encuentro.
"No se tú, pero yo me muero de hambre" dijiste y obviamente no alcanzamos a comer en el horario propuesto por el hotel, sin embargo creo recordar que pedimos algo para la habitación.
Antes de que llegara la comida, tuvimos un, no se si llamarlo momento incomodo, en el que realmente no sabemos de que hablar.
“Supongo que estas dudando la existencia de Papá Noel” dijiste, y me dejó completamente confundida, con todo lo que había pasado.
"La verdad es que no, su existencia es algo con lo que convivo".
Quiero que sepas que el que haya decidido escribir esto, pese a que tengo un trabajo de grado que terminar, es totalmente tu culpa, no debiste haber dicho eso que dijiste, mi mente es una máquina, que en cuanto le des espacio para la imaginación, empieza a imaginar cosas que, si no las escribo, podría terminar teniendo un derrame o alguna otra situación menos trágica… Aunque… ¿Se te ocurre una mejor idea de liberar toda esta tensión que creaste en mí?... Seguro que sí…
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