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Realidad o fantasía.

  • annaenplanetatierra
  • 8 sept 2016
  • 4 Min. de lectura

Me senté en clase, como normalmente lo hacía, ni tan lejos ni tan cerca, lo suficiente para intentar prestar la mayor atención posible, pero todos aquellos esfuerzos se vieron frustrados cuando me sentí increíblemente aburrida, entonces, recordé aquello a lo que recurría en momentos como esos y cerré los ojos.


Estaba en un lugar diferente donde todo era como yo quería en ese momento; caminaba por las calles sin miedo a que algo me pasara; entré a un lugar donde la música sonaba alto y había muchas personas bailando.

En las mesas, una bebida que apenas tocaba tu paladar, te transportaba y de repente te tranquilizabas, también reaccionaba con tu cuerpo de una forma mágica y éste se movía sin tu consentimiento al ritmo de la música, aunque no sabías que era lo que hacías, sentías que era algo que estaba bien.

Me quedé bailando un rato que para mi fueron horas, aunque realmente sólo habían sido unos pocos minutos y quise irme de aquel lugar en cuanto los efectos del extraño elixir terminaron.

Al salir de aquel establecimiento, aún con el eco de la música en mis oídos, caminaba entre más calles y simplemente era libre.


-¡Ana! Por favor, podrías resolver el problema de la pizarra. – Me sacó de mi pequeño universo el profesor el cual dictaba la clase en la que estaba.

Miré rápidamente ésta; agradecí siempre haber sido buena para las matemáticas y sin demasiado esfuerzo, dije en voz alta la respuesta correcta.

Seguro pensaba que no lo lograría, ya que pasaba más tiempo en mi propio mundo que en el mundo real.

Cuando ya estaba segura que no me volverían a interrumpir, volví a cerrar los ojos.


Ya no caminaba…

Estaba acostada mirando un cielo poco nublado, el clima era sencillo, no demasiado calor, pero había el suficiente para no sentir frio.

A unos pocos metros de distancia, había un precioso árbol lleno de hermosas flores amarillas; se respiraba un aire perfectamente limpio, sin contaminación.

Al cabo de un rato, me sentí aprisionada, tal vez de tanta libertad, de tanta perfección o simplemente porque sabía que no vivía allí y que tarde o temprano sonaría aquella campana que me recordaba que estaba sentada frente a un escritorio y me haría caer en cuenta que debía entrar a una nueva clase.

Esperé un rato, pero aquella alarma no sonó, seguro no era el momento.

Me levanté y me dirigí al bebedero de agua, estaba fría pero no tanto como para sentirla desagradable, era simplemente perfecta.

En cuanto sacié mi sed, empecé a dirigirme hacía…

“¡Ring...!”

Y allí estaba, mi boleto de salida a la realidad.

Tomé mis cosas y salí a un pasillo lleno de personas, unas con miradas de odio por alguna cosa ocurrida en el pasado, otras se reían entre ellos por alguna bobada o una anécdota del fin de semana pasado; se oían murmullos de voces que critican y otras voces diciéndose estribillos de amor .

Gente hipócrita, gente con resentimientos; gente enamorada del correcto, otra del equivocado; gente con un pasado intrigante, gente sin nada que contar; gente que sigue una rutina, gente que no se puede estar quieta; gente besándose, gente llorando, gente estudiando; gente escribiendo aquella palabra que hará falta en el examen, gente memorizándola…

-¡Ana! ¿Has entendido algo de la clase de filosofía?

-¡Ana! Después de clases ¿Me ayudas a estudiar?

-¡Ana! ¿Te has enterado cual era la tarea?

-¡Ana! ¿?

¡Ahg! Gente interesada.

La jornada escolar terminaba con una campanada que, a pesar de que sonara idénticamente a las anteriores, era más armoniosa, más agradable, casi música para aquellos oídos cansados de ingresar información al cerebro.

En casa: Gritos de odio, de amor, de tristeza.

En cambio yo, estando dentro de mi preciado universo, donde había paz… Tal vez demasiada.

Un silencio un tanto tétrico inundaba el lugar no habían murmullos, ni gente, ni miradas, no había nada.

Ya no era de día, la luna había salido a saludar a la noche y a recitar poemas que hablan de la vida perfecta.

En loas radios no se oían noticias, supongo que aquí no había tragedias, pero tampoco había buenas noticias, no pasaba nada.

Me senté a la orilla del río, donde había un hermoso banco perfecto de madera… algo atrapó mi atención, era una caja de cartón, como esas de zapatos, sólo que no tenía ninguna marca, era completamente blanca.

Al abrirla, una fotografía en movimiento y en ella risas, mías y de mis amigos reales, tal vez risas con motivo de una caída de alguno de nosotros o simplemente la estábamos pasado muy bien.

Así que me pregunte: ¿Quién soy? ¿La Ana que esta sobre mi cama tratando de huir de lo re al? O ¿La Ana que ahora sueña con la realidad en un banco de la fantasía?




¡Hola! Hace mucho no subía nada nuevo, la verdad es que también es un escrito con el que participé en un concurso del colegio, aunque también estoy escribiendo nuevo, pero aun no esta listo para ser publicado.

Es una historia que a pesar que la escribí en el 2012, aun tiene mucho de verdad, a veces siento que muchas de las personas que conozco en la universidad solo saben mi nombre, porque saben que pueden sacar algo de mi y muchas veces me pierdo en un mundo muy distinto al real, creo que todas las personas que escriben lo hacen de vez en cuando.

Espero que aun me lean de vez en cuando.

:)


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