top of page

Volver.

Me levanto con la cabeza en su hombro y tengo el corazón acelerado, las anteriores veces que traté de hacerle frente, siempre hice lo que él quería, pero esta vez me tenía que escuchar, tenía que entender mi posición.

 

No es que me encante estar en guerra, pero era lo que me habían enseñado y me daba la impresión de que era buena en hacerlo, aunque bueno, claro está que para mi es sencillo desconectar el cerebro y hacer todo lo que dice Juan, no tengo que pensar en nada.

 

Tengo muchas preguntas que hacerle, las mismas que me han estado rondando desde el principio, y muchas más desde la batalla, pero él sigue dormido por lo que me quedo sentada a su lado, tratando de no demostrar mi ansiedad.

 

Él se da cuenta que estoy despierta y de que algo me molesta.

 

     - Buenos días… ¿Qué decidiste? – Pregunta, pero él sabe lo que le voy a decir. – No entiendo, por qué esa fidelidad ciega, por qué tienes tantas ganas de morir en batalla, o de matar al enemigo.

 

     - No es por las bajas que se puedan causar en batalla, es por las que tu y yo podemos detener, es para por fin detener esta guerra, y tú entre todos debes saber cómo terminarla de una vez por todas, tu sabes contra quién peleamos, sabes porque nos defendemos. – Digo y me sorprende la facilidad con la que las palabras salen de mi boca.

 

-      No lo sé. – Dice muy molesto. – No sé a ciencia cierta contra quien peleamos, y me da miedo, me da miedo porque hace mucho tiempo no decía esa frase, no tengo ni idea, porque al venir a la cueva, tenía claro la ubicación de cada mina, pero en este momento no se donde está ninguna, me miedo la naturaleza de esta trampa, me da miedo perderte en el camino de vuelta, me aterra perderte después.

 

-      ¿Contra quién peleamos? ¿Por qué peleamos? – Pregunta tratando de entenderlo.

 

    - Es muy complicado, pero, en resumen, contra el futuro o con el pasado y como te expliqué nadie sabe por qué pelea. – Dice, pero siempre que hago esta pregunta, su cara se pone sombría y tenebrosa.

 

     - Es un resumen muy resumido. – Digo, disgustada, porque empiezo a pensar que me cree tan estúpida que no entendería la historia completa.

 

     - Hay una ventana temporal, que es extremadamente caprichosa, que se abre de vez en cuando y peleamos contra las futuras o antiguas generaciones, ni yo entiendo cómo funciona, simplemente cuando se empiezan a dar las señales de que se va a abrir, empiezan a enlistar a las personas. 

 

     - ¿Quiere decir que pude haber matado a mi madre? ¿Pude ser la causante de que haya muerto su compañero? – Digo un tanto alarmada, aunque no teniendo muy presente la magnitud del problema.

 

     - Eso, no lo sé, mis poderes se nublan con lo que hay al otro lado de la ventana, solo sé que cuando se abre, la guerra empieza. Y es necesario que haya guerra, pero nosotros no tenemos que ser carne de cañón.

 

     - ¿Por qué es necesario? Podríamos simplemente aprender de lo que sea que se vea por la ventana, o simplemente dejar que se cierre con el tiempo. – Trato de entender de la forma más racional posible, pero realmente si es complicado de entender.

 

     - Tú mamá no se habría casado con tu padre de no haber ido a la guerra y tú no habrías nacido, si no se abre la ventana, se generarían miles de paradojas temporales. La guerra es necesaria porque hace que seamos lo que somos ahora.

 

     - Y si dejo de luchar. ¿No se generarían esas paradojas?

 

     - Siempre habrá alguien que siga ciegamente al Rey. – Que es muy cierto, por lo menos en la aldea, nadie decidió quedarse, a pesar de que es completamente voluntario, ni siquiera Juan.

 

     - ¿Por qué te enlistaste?

 

     - Por ti, principalmente, pero eso ya te lo había dicho. -Dice, demasiado tranquilamente, como si las palabras que acababa de decir no tuviesen ningún impacto en mí, pero cada vez que las decía, mi corazón se saltaba un latido y quedaba un poco descolocado.

 

     - No, ¿Por qué? ¿Qué te hizo sentir empatía conmigo? ¿Por qué quieres salvarme? ¿Por qué estás dispuesto a dar tu vida o pedazo de ella por mí? – Pregunto, tratando de entender y sobre todo esperando la respuesta que me muero por oír.

 

     - Si te lo digo ahora, cometeríamos muchos errores, imprudentes, que puede que quiera cometer, pero uno de los dos tiene que ser el cuerdo, en este momento podemos dejar este interrogante para cuando estemos a salvo, sin embargo, te puedo decir que la opción de quedarme en casa era peor que venir a pelear a tu lado.

 

     - Pero esta información que tienes tu es valiosa, podríamos volver, hablar con los militares al mando, tratar de averiguar si hay una forma de detener todo, por favor, tienes que confiar en mí, algo en mi me dice que debemos volver, no sé por qué.

 

-      Yo sé porque, eres una cabezota, y yo debo ser la tu voz de la consciencia, pero te seguiré a dónde vayas, no llegué hasta aquí para abandonarte ahora. – Dice con media sonrisa, que sé que en el fondo es tristeza disfrazada.

 

     - ¿Cuál es el plan? 

 

     - Podemos tratar de pisar las huellas que dejaron los demás ayer, si ellos volvieron a salvo, podríamos suponer que nosotros también lo haremos, después, se que hay un camión que está esperando a los que no han podido volver, esperando, un tanto inútilmente por personas que están muertas, sé que parten en dos horas, así que ese es el tiempo que tenemos para volver, tienes que estar preparada para todo.- Dice. – Aunque bueno, puede que esta vez salgamos completos de esta.

 

-      Me parece un plan bastante elaborado para que te lo hayas ingeniado en este momento. -  Le digo sonriendo, aunque esta victoria no opacaba el hecho de que aun estábamos en peligro.

 

-      Sabía que querrías volver. – Y esa frase hace que mi corazón se caliente un poco y me doy cuenta de algo, aunque no creo que sea bueno decirlo. - ¿Estás lista?

 

     - No, pero no tenemos mucho tiempo, gracias por confiar en mí, y por venir a salvarme. – Digo antes de dar un paso afuera de la cueva.

 

-      ¿Qué crees que haces? Yo voy primero, puede que no sepa dónde están las minas, pero sé de otros peligros, tenemos que correr, yo sabré cuando estas detrás de mí, trata de no alejarte y pisa justo donde yo haya pisado, no me tienes que agradecer, no te pude convencer de huir. – Y sin que pueda responderle, sale corriendo.

 

Voy unos pasos atrás, solo mirando los pies de Juan, y el ambiente está demasiado callado y solo se pueden oír el sonido rítmico del trote.

 

No le veo la cara, pero sé que está muy concentrado, que está asustado, y sé que no está asustado por él, a pesar de que yo soy muy capaz, él siempre ha sido sobreprotector conmigo, desde el día uno de entrenamiento, y él sabe algo que le da tanto miedo, que no es capaz de contármelo.

 

Faltan veinte minutos para que el camión se vaya dejándonos varados en la nada, pero nosotros ya lo vemos a lo lejos, seguimos completos, pero aún no podemos bajar la guardia, los estómagos nos rugen por el hambre, pero el ver el camión a lo lejos hace que aumentemos el ritmo.

 

Hacemos señas, para que en caso de que decidan irse antes no nos abandonen estando tan cerca, estamos cerca, ya podemos oír lamentos dentro del camión, tan cerca que empezamos a oler la pólvora, el olor a guerra.

 

-      Hemos llegado completos. – Dice Juan al ayudarme a entrar al camión, serio, respirando rápido.

 

Me siento a su lado y veo que muchos lloran la perdida de su compañero, muchos otros se encuentran muy mal heridos, veo algunos de los chicos que salvamos ayer, pero muchos otros no, aunque puede que se hayan ido en los camiones que salieron antes.

 

-       ¿Y ahora que hacemos? – Le pregunto a penas el camión arranca.

-       No lo sé. – Dice.

bottom of page