top of page

No volver.

Nos encontramos sentados en el suelo, tengo la cabeza en las nubes y siento una extraña seguridad, la cual, hace que tome decisiones que normalmente no tomaría, en un milisegundo tomo la decisión, de que es ahora o nunca, ¿Cuándo volvería a tener esta extraña sensación en la que soy invencible?

- ¿No te cansas de saberlo todo? Nada te puede sorprender, puedes saber lo que siento, incluso antes de que yo estuviese dispuesta a admitirlo. – Le digo, entre indignada y con el corazón a mil por lo que estoy a punto de decir.

 

- Que no me sorprenda, no significa, que no sea grato oírlo en la realidad, aunque parezca que mi poder anula tu libre albedrío, la verdad es que aún lo tienes, puede que sepa todas las reacciones de las acciones, pero finalmente quién toma las decisiones eres tú.- Dice, y claro que él ya sabe lo que estoy a punto de decir, pero si no lo digo, jamás será capaz de decirme cómo se siente sabiéndolo.

 

- Fascinante, como cambias sutilmente el tema, pero estoy determinada a decir lo que te tengo que decir, creo que te quiero.

 

- El “creo” no te lo crees ni tú, porque si no lo supieses ya, no me lo estarías diciendo, pero también sé que esa no es la razón por la que lo dices, lo haces porque piensas que le quita algo de impacto a lo que acabaste de decir. – Le ruedo los ojos, y siento que está tratando de cambiar el tema y puede que sea porque no me quiere romper el corazón, pero ya entrados en gastos.

 

- Pues si tienes razón y el que me aguante la forma en la que a veces me tratas, solamente reafirma lo que siento, estoy segura de que te quiero. - Digo más determinada que nunca.

 

- Lo sé, creo que yo también lo hago. ¿Ves el poder del “creo”? – Sonrió, porque nada de lo que dijese después de “yo también” podía opacar el hecho de que lo había dicho y además eso me hacía increíblemente feliz.

 

 

Lo beso sin dudar, que es lo que me moría por hacer hacía días, pero no estaba segura, si él se sentía igual que yo y temía como podía resultar esto, pero supongo que lo averiguaría (aunque él ya lo sabía).

 

El beso se vuelve algo más y jamás me había sentido tan incomoda con los uniformes, pero ahora sentía que son realmente inoportunos.

 

Desabrocho bruscamente algunos de los botones del uniforme de Juan para encontrarme con una molesta camisa blanca, por lo menos cuando él se decida a hacerlo, no la encontrará, ya que siempre estuve en contra de ella porque en los entrenamientos en los que le hacía caso de ponérmela, moría de calor.

 

Él es un poco más prudente y trata de dejar la prenda en el mejor estado que pueda ya que puede que sea la única ropa que tendremos por mucho tiempo, pero en sus ojos, cuando no estamos besándonos veo deseo y quiero que me muestre todo lo que ya sabe.

 

Lo beso y ya no únicamente la boca, lo beso en todas las partes descubiertas, paso una pierna sobre él y quedo sentada sobre él, de frente, sintiéndolo completamente y empieza a besarme el pecho cuidadosamente descubierto por él y puede que sea la adrenalina, o simplemente que mi cuerpo está en estado de alerta, pero mi piel está increíblemente sensible y todo lo siento mil veces más, lo más seguro es que no sean tiempos para realizar lo que estamos haciendo… O puede que sea exactamente el momento para hacerlo.

 

Nos acostamos y con un movimiento muy ágil y para nada doloroso para estar sobre piedras quedo debajo de él, y me besa en los lugares indicados en los momentos indicados y deseo que desaparezcan las pocas prendas que nos quedan.

 

Delicada, pero de cierta forma, increíblemente excitante, me quita el pantalón del uniforme y tan rápido como lo deseé, los suyos también desaparecen de la escena.

 

Descubro una nueva ventaja de que Juan lo supiese todo, ya que cada cosa que estaba haciendo en este momento, él sabía que la estaba haciendo bien.

 

 

Me levanto con la cabeza en su hombro y no puedo evitar sentirme avergonzada. Por favor… Espero que esta se le pase.

 

Aún no ha amanecido y tengo muchas preguntas que hacerle…. Si no volvemos ¿A dónde vamos? ¿Qué castigo tienen los desertores? ¿Contra quién peleamos? ¿Por qué lo hacemos? ¿Cómo sobreviviremos? ¿Podremos volver a casa? ¿En qué cambian las condiciones habernos quedado un día? ¿Qué demonios significa el sueño que acabo de tener? Bueno, esa última no…

Él se da cuenta que estoy despierta y que estoy ansiosa.

- Buenos días… ¿Qué decidiste? – No sé si reír o llorar con la pregunta ya que, aunque no sé por qué, si él me lo pidiese, saltaría de un acantilado, si él me asegura que abajo hay un enorme colchón para recibirme.

 

- Tú ya lo sabes, es más, lo sabes incluso antes de preguntar. - Dije de manera muy despreocupada.

 

- Si no te preguntara, tu vida sería muy extraña, además la mía también lo sería, sería como un raro monologo en el que me comunico con tu cerebro y probablemente me volvería loco ¿Estás segura de que la decisión que estás tomando no generará resentimientos hacia mí? - Y sigo viendo en su mirada un pánico atípico de él.

 

- Confío en ti plenamente y si me lo estás pidiendo debe ser por algo. Tú sabes bien las circunstancias… Sólo me gustaría saber, ¿Por qué te sigo fielmente? ¿Me controlas? - Digo, aunque apenas lo oigo en voz alta suena muy estúpido.

 

- Tú lo sabes… Pero aún no estás preparada para decírmelo y puede que yo tampoco lo esté para escucharlo. Pero puedo tratar de responder algunas y solo algunas, de las preguntas que rondan por tu cabeza. – Me sonrojo, porque presiento que él sabe lo que soñé.

 

- ¿Qué tan lejos va tu poder? Quiero decir, cómo es que a veces sabes lo que estoy pensando y otras veces no. ¿Sabes cómo me siento?

 

- Que parte de lo sé todo no entiendes, aunque tiene algunas limitaciones, pero la vida es mucho más fácil con una conversación, porque en un futuro muy cercano me dirás lo que quieres decir, por lo que podría charlar solo y para saber cómo te sientes, no requiero de ningún poder, simplemente eres muy expresiva. –Me pongo colorada, pero trato de no darle mucha más importancia, si él decide no sacar el tema, mejor. - ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿No tienes como mil preguntas con respecto a todo que querías hacer?

 

- Pues sí, pero esa se me ocurrió de repente… ¿Qué pasará con nosotros? - Trato de no desviar súbitamente el tema, pero que no siga pensando en ese maldito sueño.

 

- Esa pregunta es demasiado abierta ¿En el futuro? ¿Sentimentalmente? Pues en principio, nadie sabe si estamos vivos, heridos, o si somos desertores y dado a que creo que tampoco les importe mucho, pues por el momento podemos hacer lo que queramos. – Dice, tranquilamente.

 

- ¿De qué vamos a vivir? ¿Dónde vamos a vivir? ¿Aquí en esta cueva? – Y me imagino una vida como cavernícola.

 

 

- Ana, por favor, nosotros podemos hacer si queremos un búnker. – Dice con aire de suficiencia, pero realmente quien haría el búnker sería en cualquier caso yo.

 

- ¿Contra quién peleamos? ¿Por qué peleamos? – Empiezo a lanzar la mayor cantidad de preguntas posibles antes de que la oferta expire.

 

- Es muy complicado, pero, en resumen, contra el futuro o con el pasado y como te expliqué nadie sabe por qué pelea. – Dice, pero siempre que hago esta pregunta, su cara se pone sombría y tenebrosa.

 

- Es un resumen muy resumido. – Digo, disgustada, porque empiezo a pensar que me cree tan estúpida que no entendería la historia completa.

 

- Hay una ventana temporal, que es extremadamente caprichosa, que se abre de vez en cuando y peleamos contra las futuras o antiguas generaciones, ni yo entiendo cómo funciona, simplemente cuando se empiezan a dar las señales de que se va a abrir, empiezan a enlistar a las personas.

 

- ¿Quiere decir que pude haber matado a mi madre? ¿Pude ser la causante de que haya muerto su compañero? – Digo un tanto alarmada, aunque no teniendo muy presente la magnitud del problema.

 

- Eso, no lo sé, mis poderes se nublan con lo que hay al otro lado de la ventana, solo sé que cuando se abre, la guerra empieza. Y es necesario que haya guerra, pero nosotros no tenemos que ser carne de cañón.

 

- ¿Por qué es necesario? Podríamos simplemente aprender de lo que sea que se vea por la ventana, o simplemente dejar que se cierre con el tiempo. – Trato de entender de la forma más racional posible, pero realmente si es complicado de entender.

 

- Tú mamá no se habría casado con tu padre de no haber ido a la guerra y tú no habrías nacido, si no se abre la ventana, se generarían miles de paradojas temporales. La guerra es necesaria porque hace que seamos lo que somos ahora.

 

- Y si dejo de luchar. ¿No se generarían esas paradojas?

 

- Siempre habrá alguien que siga ciegamente al Rey. – Que es muy cierto, por lo menos en la aldea, nadie decidió quedarse, a pesar de que es completamente voluntario, ni siquiera Juan.

 

- ¿Por qué te enlistaste?

 

- Por ti, principalmente, pero eso ya te lo había dicho. -Dice, demasiado tranquilamente, como si las palabras que acababa de decir no tuviesen ningún impacto en mí, pero cada vez que las decía, mi corazón se saltaba un latido y quedaba un poco descolocado.

 

- No, ¿Por qué? ¿Qué te hizo sentir empatía conmigo? ¿Por qué quieres salvarme? ¿Por qué estás dispuesto a dar tu vida o pedazo de ella por mí? – Pregunto, tratando de entender y sobre todo esperando la respuesta que me muero por oír.

 

- Si te lo digo ahora, cometeríamos muchos errores, imprudentes, que puede que quiera cometer, pero uno de los dos tiene que ser el cuerdo, en este momento podemos dejar este interrogante para cuando estemos a salvo, sin embargo, te puedo decir que la opción de quedarme en casa era peor que venir a pelear a tu lado.

 

- Si no hay más remedio…- Desilusionada cambio el tema. - ¿Cuándo podremos volver a casa?

 

- Por lo pronto, no podremos, seríamos vistos como desertores, pero cuando se cierre la ventana, volveremos, si quieres.

 

- ¿Tú no quieres volver? – Pregunto, y empiezo a presentir que en casa él vivía un infierno.

 

- No lo sé, en cualquier caso, aún falta mucho para poder hacerlo, mi teoría es que se requiere una cantidad de muertes para asegurar que la línea de tiempo se mantenga igual y se llegue al equilibrio. – Dice, como si lo que acabara de decir no fuese una gran tragedia.

 

- ¿Cuál es el plan?

 

- Podemos buscar un lugar, hacer una casa para pasar la tormenta, y podemos entrenar mientras tanto.

 

- ¿Entrenar?

 

- ¿Qué más podríamos hacer? Pueden pasar años… - Se me ocurren unas cuantas cosas…

 

- No hagas esas caras, que, aunque no supiera lo que es lo que estás pensando, tampoco me lo podrías muy difícil.

 

- ¿Qué caras? Tengo hambre. – Desvió poco sutilmente el tema.

 

- Aún no es seguro salir, pero si no estas cansada mentalmente, afuera hay unas bayas comestibles, puedo indicarte como cogerlas, seré tus ojos.

 

- Nunca he tratado de coger algo que no he visto.

 

- ¿Tienes algo más que hacer? Tenemos todo el día… Como van las cosas, puede que la semana.

 

- Indícame cómo hacerlo. - Digo dispuesta a aprender lo máximo que pueda de él.

 

- Te voy a describir que es lo que verías si sales de la cueva, si caminas derecho, hay un roble, como de 9 metros de altura, si caminas a la izquierda desde la base del roble, hay unos árboles variados de baja altura, debajo de ellos, está el arbusto, cargado de bayas. – Sigo mentalmente las instrucciones e imagino todo lo que acabó de describir, sacudo el arbusto y mentalmente recojo todo lo que cae.

 

Llega a la cueva, una nube de cosas que recogí y pese haber levantado mucha basura, recojo suficientes bayas como para llenar una bolsa.

 

- Hacemos un excelente equipo. – Dice para animarme.

 

- Esta puede ser nuestra forma de salir de aquí ¿No? - Digo, y por primera vez, tengo mucha ilusión.

 

- Sé que eres completamente capaz, pero llegará un momento que tanto tu mente como tu cuerpo estén agotados y ese es el momento en que todo sale mal. Hay dos opciones, una que nos transportes por el campo minado “volando”, pero sé que en algún momento te sentirás una mezcla de cansada y nerviosa y nos depositarás justo en una mina, la otra es que yo vaya adelante y puede que pise una… ¿Serás capaz de lanzarme lejos a la suficiente velocidad para que no salga herido?

 

- ¿Por qué no eres capaz de saber dónde están las minas? Tu lo sabes todo.

 

- No lo sé… Y no es algo que diga muy seguido. – Dice, pero lo noto extrañamente nervioso, como si supiera más, y lo que sabe le da mucho miedo.

 

- Necesito, que, si te voy a seguir al fin del mundo, seas completamente sincero, que no me ocultes cosas, por más de puedan hacerme daño, por más de que sea la forma en la que voy a morir, por más de que pueda quedar algo traumatizada, que no sea lo que quiero oír. – Digo un poco molesta y aunque realmente no quiero que me diga cómo voy a morir, pero por alguna razón sentí en el momento que le daba algo más de fuerza a mi argumento.

 

- ¿Por qué lo dices? – Y le veo en su cara, verdadera curiosidad.

 

- Tú sabes contra quien estamos peleando. – Y esta vez no es una pregunta.

 

- No lo sé, al otro lado de la ventana es todo muy oscuro, no se nada con certeza, pero puedo deducir algunas cosas, cosas que me asustan… Una de dos y la segunda es mucho peor, sé que no ha habido nadie como yo y solo alguien como yo sabría como ocultarme cosas, por lo que sé que la ventana a la que nos enfrentamos es del futuro, por lo que o en el futuro, una de las mentes maestras de la guerra, tiene mi mismo don… Pero la naturaleza de la trampa en la que nos vemos atrapados me hace pensar en la segunda opción. Al traerlos acá, sabía exactamente donde se encontraban las minas, pero cuando íbamos a volver ya no lo supe más, por lo que esta es una trampa diseñada especialmente para nosotros… ¿Por qué nosotros? Ya estás empezando a descifrarlo. – Dice y se me parte el corazón al deducir lo que él me estaba tratando de ocultar.

 

- ¿Me estás diciendo que eres tú al otro lado de la ventana? No lo entiendo. - Digo y solo con oírlo en voz alta me parto en mil pedazos.

 

- Es lo más posible. -Dice y veo que una parte de el también empieza a romperse.

 

- Eres la persona que más en contra está de esta guerra. ¿Qué te llevaría a que, en la próxima, no solo estés participando de nuevo, si no estar esta vez en primera fila?

 

- En este momento solo se me ocurre una cosa, y puede que yo sea la razón de porqué las ventanas se abrieron en primer lugar, puede que en el futuro, haya perdido algo, algo por lo que estaría dispuesto a abrir las ventanas, pero como sabes, puede que haya podido inventar la forma de abrirlas, pero no sé bien que es lo que hay al otro lado y se haya generado esa brecha en el espacio-tiempo y la ventana se abre a donde quisiera, y he estado tratando de buscarla todo este tiempo y como nadie me conoce mejor que yo, esta es la única forma de no perderla. – Dice.

 

- ¿Qué? ¿Tú sabes como crear las ventanas? ¿Tú eres la razón de todas estas guerras? ¿Qué cosa vas a perder tan valiosa que sabiendo todo el daño que causan abrirías las malditas ventanas?

 

- No se crearlas, aún, y eso me hace tener un poco más de esperanza en que puede que no sea yo al otro lado de la ventana, pero en caso de serlo, no estaría buscando una cosa, sería un alguien. El mismo alguien por el que participé en la guerra la primera vez. Tal vez mi yo de esa línea de tiempo, no logró convencerte, o te perdió en el camino, pero no se me ocurre nada o nadie más por el cual participaría en una guerra o cometería en primer lugar el error de abrir las ventanas, sabiendo que es la posible razón por la que te perdí en primer lugar, sin embargo las ventanas son la razón por la que existes, eres la única persona por la cual no soy racional.

bottom of page